El documento contiene tres extractos de textos literarios. El primer extracto es de la obra Casa de muñecas de Henrik Ibsen y presenta un diálogo entre Nora y su esposo Torvaldo sobre la falta de comprensión en su matrimonio. El segundo extracto es un poema de Oscar Hanhn que describe la persecución y exterminio de los judíos. El tercer extracto es de la obra Las Bacantes de Eurípides y presenta el diálogo entre Cadmo y Agave después que esta última se da cuenta de que ha matado a su hijo Pente
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Simce en vacaciones
1. TEXTO 1 PREGUNTAS 18 A 20
“Nora. En estos ocho años… aun antes… desde que nos conocimos, no se ha
cruzado entre nosotros ni una palabra seria sobre un asunto serio.
Helmer . ¿Es que iba a estar constantemente teniéndote al tanto de
preocupaciones de las que tú no podías hacer nada para resolverlas?
Nora . No estoy hablando de preocupaciones. Lo que te digo es que no hemos
intentado nunca seriamente llegar al fondo de un asunto.
Helmer . Pero, querida Nora, ¿de qué te hubiera servido?
Nora . De eso se trata. Nunca me has entendido… He sufrido muchas injusticias,
Torvaldo. Primero de papá y después de ti.
Helmer . ¿Cómo? ¿De nosotros dos... de nosotros, que te hemos querido más
que nadie?
Nora . (Negando con la cabeza). Nunca me habéis querido. Tan sólo os parecía
divertido quererme.
Helmer . Pero, Nora, ¿qué dices?
Nora . Sí, así es, Torvaldo. En casa papá me comunicaba todas sus opiniones,
con lo que yo tenía las mismas; y en caso de tener otras, las ocultaba; porque no
hubiera sido de su agrado. Me llamaba su muñequita, y jugaba conmigo, lo mismo
que yo jugaba con mis muñecas. Después vine a esta casa contigo…
Helmer . -¿Es así como te refieres a nuestro matrimonio?
Nora (Sin inmutarse). Quiero decir que pasé de manos de papá a las tuyas. Lo
dispusiste todo a tu gusto, y yo adquirí el mismo gusto que tú; o lo fingía; no sé
exactamente… creo que las dos cosas; tan pronto una como otra. Cuando ahora
pienso en ello, me parece haber vivido aquí como un pobre… al día. He vivido de
hacer gracias para ti, Torvaldo. Pero eso era lo que tú querías. Tú y papá me
habéis causado un gran daño. Sois culpables de que no sea nada”.
Henrik Ibsen, Casa de muñecas (fragmento)
2. TEXTO 2 PREGUNTAS 21 A 25
Adolfo Hitler medita en el problema judío
Ya veo sus muñones, ya los veo arrastrarse:
desesperadamente tratan de alzar el vuelo.
Toma este insecticida . Oigo sus toses blancas
prenderse y apagarse. Una puesta de sol
o una puesta de ángeles es lo mismo sin duda
porque la noche ahora levanta su joroba
y ellos se van hundiendo lentamente en el suelo.
Levanta el pie despacio. Así mismo. Tritúralos .
Que les saquen las plumas con agua hirviendo y pongan
esos cuerpos desnudos en las fiambrerías.
Ahora me van pasando sudarios de juguete
y ataúdes con cuerda. Ahora me van pasando
las cruces más pequeñas, para que se entretengan
los infantes difuntos. Pásame el insectario,
los alfileres negros. Toma este matamoscas
y extermina a los ángeles.
Óscar Hanhn
3. TEXTO 3 PREGUNTAS 26 A 28
“Cadmo. - ¿El frenesí aquel está todavía en tu alma?
Ágave. – No comprendo lo que dices. Estoy de nuevo serena y fuera de la locura
de antes.
Cadmo. - ¿Puedes oír bien y responder con fijeza?
Ágave. – Como que me he olvidado de cuanto dije antes, padre.
Cadmo. - ¿A qué casa fuiste después de tu boda?
Ágave. – Me entregaste a Equión, nacido, según dicen, de la tierra.
Cadmo. - ¿Y qué hijo le nació en casa a tu marido?
Ágave. – Penteo, de la unión mía con su padre.
Cadmo. - ¿Y de quién tienes el rostro entre tus brazos?
Ágave. – De un león, a lo que decían las cazadoras
Cadmo. – Míralo bien, que leve trabajo es mirar.
Ágave. - ¿Cómo? ¿Qué miro? ¿Cómo llevo esto en las manos?
Cadmo. – Míralo y date cuenta mejor.
Ágave. – Veo la mayor de las desventuras, infeliz de mí.
Cadmo. - ¿Acaso te parece semejante a un león?
Ágave. – ¡No! Tengo, infeliz de mí, la cabeza de Penteo.
Cadmo. – Sí, llorada antes de que tú la reconocieras.
Ágave.- ¿Quién lo ha matado? ¿Cómo ha llegado a mis manos?
Cadmo. – Desgraciada verdad, ¡qué a destiempo llegas!
Ágave. – Dime, que por lo que ha de venir palpita mi corazón.
Cadmo. – Tú lo mataste y tus hermanas.”
Eurípides, Las Bacantes